Emelec tiene 21 coronas en el fútbol
Emelec acaba de terminar de manera brillante su campaña 2017 en el campeonato nacional de fútbol, logrando su corona número 14 en este tipo de torneos y un total de 21 en su vida institucional. Estas son las cifras auténticas.
Para algunos estadígrafos aficionados, la vida de los clubes, en el balompié, empieza en 1957 con el torneo ecuatoriano. Lo que hubo antes suelen considerarlo inexistente, o poco digno de tomar en cuenta. Esta postura contrasta con la del historiador y estadígrafo Jaime Naranjo Rodríguez –quiteño, miembro de la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol (IFFHS)–, quien coincidirá conmigo. Mauro Velásquez, también miembro de IFFHS, habría estado de acuerdo con Naranjo, con Alberto Sánchez Varas y con este columnista en que la estadística, que le es útil a la historia, no es la historia misma. Que no se la puede vender en retazos. Debe ser integral, investigada, revisada y escrita desde sus orígenes, aunque decir esto parezca una obviedad.
El Club Sport Emelec fue fundado como institución el 28 de abril de 1929 y desde esa fecha arranca su tránsito por el deporte. En el fútbol empezó ese mismo año en la serie C de la Federación Deportiva del Guayas, que era la entidad oficial del deporte en nuestra provincia. Jugó solo ese año, pues su discreto papel hizo que George Capwell –quien tenía poco entusiasmo por el balompié– le quitara su apoyo. Volvió al balompié en 1933 y 1934, pero como Empresa Eléctrica Fútbol Club y ganó los certámenes de la Unión Deportiva Comercial, como ya lo había hecho en 1925 con el nombre de Emelec, antes de llegar Capwell a Guayaquil. En 1940, dos próceres azules, Enrique Villacís Páez –centro medio del campeón de 1925–, y Walter Jouvín –arquero en 1929, beisbolista, basquetbolista y boxeador–, se encargaron de convencer a Capwell de volver a los torneos de fútbol. El Gringo Guayaquileño aceptó a regañadientes, pero les advirtió que si no hacían un papel decoroso, el fútbol iba a quedar para eternas memorias en el club.
Con Eloy Carrillo Avilés –el mejor boxeador nacional de esos años y gran centro delantero- como técnico, y Enrique Villacís como dirigente, Emelec tuvo un ascenso formidable. Ganó sucesivamente los campeonatos de las series C, B e Intermedia, y en 1943 ya estaba en la primera división. En las temporadas siguientes llevó a sus filas a grandes jugadores como Luis Hungría, José Guamán Castillo (recientemente fallecido), Enrique Moscovita Álvarez, Vicente Chento Aguirre, y al goleador Marino Alcívar, ya apodado el Rey de la Media Vuelta o el Apilador Endiablado. De la selección de Manabí, que dirigía el uruguayo Ángel García Valente, llevó en 1945 a Ricardo Chinche Rivero y al arquero Félix Tarzán Torres. También llegaron el portero riobambeño Ulpiano Torerillo Arias y el delantero ambateño Aníbal Marañón.
En 1946 tenía un gran equipo dirigido por el maestro Ramón Unamuno, con el que quedó campeón indiscutido y se coronó como tal el mismo día en que George Capwell se despedía para radicarse en Panamá, aunque volvería seis años después. ¿Con qué autoridad los meros recolectores de datos suprimen este título? Lo mismo hacen con el de 1948, en tiempos en que el torneo oficial era el de la Federación Deportiva del Guayas y Emelec contaba con futbolistas históricos como los mellizos José Luis y Luis Antonio Mendoza, que retornaron del Millonarios de Bogotá; Moscovita Álvarez, Aguirre, José María Chivo Jiménez, Gastón Fernández, Hugo Puñalada Villacrés, el argentino Omar Cáceres y otras estrellas.
Después vinieron los certámenes de la Asociación de Fútbol del Guayas, en la era profesional. ¿No son estos inolvidables campeonatos parte de la historia? En los tiempos del viejo estadio Capwell, el de la tribuna de cemento con techo de dos aguas al estilo inglés, el de las gradas populares de hierro y madera hacia las calles Quito y Juan Pío Montúfar –que fueron agregadas para el Sudamericano de 1947– se jugaron bellos certámenes que de seguro están en la memoria de los aficionados de antaño con más brillo que los del campeonato nacional. En 1954, con la conducción del técnico chileno Renato Panay, Emelec formó el primer Ballet Azul que en 1955 estuvo a punto de ser campeón. En 1956, con el mismo Panay, el conjunto eléctrico se llevó el título en una jornada final precisamente electrizante ante Barcelona. Repitió en el mismo torneo de la Asoguayas en 1957, pero hay quienes intentan echar la borda los nombres de Cipriano Yulee, Jaime Ubilla, Eladio Leiss, Jorge Caruso, Raúl Argüello, Rómulo Gómez, José Vicente Balseca, Carlos Raffo, Daniel Pinto, Júpiter Miranda, Carlos Romero, Mariano Larraz, Ricardo Rivero y Bolívar Herrera. Ese bicampeonato no entra en sus originales estadísticas mentirosas.
Emelec fue el primer campeón ecuatoriano en 1957, un certamen que se reanudó en 1960. Ese lapso debe ser borrado de todos los calendarios, pues la vida del país y del balompié se detuvo, según un recolector de datos. El torneo de Asoguayas siguió y Emelec fue campeón en 1962, 1964 y 1966, en tiempos del recordado equipo de Los Cinco Reyes Magos y del Marqués Fernando Paternoster. ¿Los triunfos y vueltas olímpicas de Jorge Bolaños, Carlos Raffo, Enrique Raymondi, Carlos Pineda, Henry Magri, el Loco Balseca, Roberto PibeOrtega, Jaime Delgado Mena, Galo Pulido y otros grandes jugadores no merecen figurar en las estadísticas? Emelec fue monarca nacional en 1957, 1961 y 1965 y desde entonces hiló victorias en 1972, 1979, 1988, 1993, 1994, 2001, 2002, 2013, 2014, 2015 y 2017. Si mi aritmética no me falla, son 21 coronas las que Emelec ha conquistado. Las catorce corresponden solo a los campeonatos de Ecuador, pero la victoriosa historia millonaria empezó en 1946.
Sin duda que Emelec es el club más exitoso en lo que va del siglo XXI. Fue tercero en 2009 con Nassib Neme como presidente de la Comisión de Fútbol, pero desde entonces logró –con Neme ya en la presidencia– cuatro vicecampeonatos y cuatro títulos, lo que significa que en ocho años no dejó de estar en el podio. En este lapso logró un tricampeonato, siendo el primer equipo guayaquileño en lograrlo. Una muestra de lo que puede conseguir una conducción seria, solvente y alejada de escándalos, polémicas y declaraciones ostentosas. Y todo eso con el estadio más elegante del país. Una obra que es orgullo para Guayaquil y Ecuador. ¿Qué más pueden pedir los hinchas azules? Falta algo. Un conjunto fuerte, con refuerzos de clase para la próxima Libertadores. (O)