EMELEC CAMPEÓN 2002: El segundo bicampeonato

Fue el título más sufrido que consiguiera equipo alguno en los últimos años. Fue el segundo bicampeonato en la historia del cuadro eléctrico, por algo entonces tuvo ese tinte especial. Solamente los más fervientes hinchas de Emelec, los fieles seguidores de siempre que coparon el estadio Capwell, se aferraban a la mínima opción que tenía su cuadro azul, que dependía de otros resultados para alzarse con la corona, lógicamente a más de ganar su partido de local ante el Aucas, un hueso que se hizo duro de roer hasta el minuto final…

Ni los dirigentes de La Federación Ecuatoriana de Fútbol, creían que el título se quedaría en el Capwell, tanto así que se llevaron el trofeo y las medallas a Quito, donde jugaban los más opcionados: El Nacional. que necesitaba ganarle al Deportivo Quito; y Barcelona, que también urgía por un triunfo ante Liga. Emelec por su parte debía ganar y que Barcelona y El Nacional no lo hicieran. Se dio al final, pero el sufrimiento azul fue tal, que faltando apenas segundos para que concluya el partido ante los orientales, su capitán Augusto Poroso marcó un gol de antoligía, de chilena, era el 2-1 que por su calidad y belleza, no merecía menos que un cetro… A tiempo que El Nacional perdía en su estadio por 4-1 y se seguían jugando cerca de 10 minutos en Ponceano. Mientras tanto en las tribunas, el gramado y en la intimidad del camerino azul se veían las más extraordinarias muestras de amor a un club. Hinchas rezando arrodillados en el césped, otros cumpliendo promesas, muchos llorando, hasta que el árbitro que dirigió el cotejo Liga-Barcelona dio por terminado el partido con el marcador 0-0.

Entonces el pueblo emelecista festejó el triunfo de un equipo que le dio la más grande alegría a su hinchada que no estaba feliz únicamente por el bicampeoneto, sino también porque le quitaban el caramelo de la boca a Barcelona, hasta antes de esta fecha el más opcionado.

Aquel histórico título, tuvo como técnico al argentino Rodolfo Motta, que había retornado para armar un cuadro competitivo, que juegue fútbol, pero que también sea bravo. El once que alineó Motta en esta fecha final es inolvidable. En el arco volvió a ratificar su clase, ya con más experiencia, Daniel Viteri. La línea de cuatro de zagueros estuvo compuesta por juventud y experiencia con Carlos Quiñónez, Augusto Poroso, Luis Zambrano y Wilson Carabalí; el mediocampo fue el punto de equilibrio donde brillaron Carlos Hidalgo, Richard Borja, Walter Ayoví y Wellingthon Sánchez; y el ataque no podía ser mejor con un Carlos Juárez inspirado y un Otelino Tenorio luchador.

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