La intensidad del estilo Arias

Wanderers fue una gran escuela. Valparaíso todo un aprendizaje. Y Guayaquil el salto a un grande. Ignacio Berriel es el preparador físico del entrenador Alfredo Arias en Emelec donde son protagonistas del torneo local y ya están entre los 16 mejores de la Copa Libertadores.
«Llegamos el año pasado con el objetivo de renovar un plantel muy ganador pero ya grande. Se fueron Ángel Mena, Gabriel Achilier y el paraguayo Fernando Giménez. Se promovieron juveniles y se contrataron varios jóvenes de equipos chicos», contó Berriel a Referí.
«En el segundo torneo de 2016 hicimos uno de los mejores torneos en la historia del club, pero lo de Barcelona de Guillermo Almada, hay que ser honestos, fue aún mejor y fueron campeones ya que habían ganado también la primera fase del año», explicó.
«Guayaquil tiene tres millones de habitantes y el clima es espectacular. De mayo a diciembre ya no llueve», contó Berriel que vive en San Borondón, en las afueras de la ciudad, en el mismo condominio que Arias, el ayudante técnico Héctor «Samanta» Rodríguez y el entrenador de arqueros José Luis Sosa.
«Las dimensiones de los clásicos con Barcelona son impresionantes. El primero nos ganaron. El segundo, de visitantes, con 70 mil personas y donde ellos podían dar la vuelta ganamos 2-1. Y este año también vencimos, 2-0».
«Emelec tiene un complejo deportivo con concentración, un equipo multidisciplinario muy grande y completo, lo que ayuda a desarrollar la tarea de otra forma. En Uruguay te recibís de todo un poco: sos preparador físico, das una mano en la cocina, planificás los viajes internacionales, llamás al ómnibus para ir al entrenamiento. Acá hay un gerente administrativo, un coordinador de logística, un director del área de fútbol que se encarga de los viajes, fichas médicas y formularios, un área de utilería y un área médica donde se trabaja con cámara hiperbárica para recuperar a los jugadores de los efectos de la altura. Acá cada 10 días vas a la altura», afirmó Berriel quien recalcó un dato: «Hace 12 partidos que no perdemos en la altura».
Berriel es el encargado de que la filosofía de buen juego que pregona Arias desde que asumió en Wanderers en 2011 se ejecute en la cancha con un gran despliegue físico de los futbolistas.
«Siempre digo que en Uruguay tenemos una de las mejores escuelas a nivel de preparación física, cada uno con su orientación metodólogica. En Uruguay, la formación del futbolista exige que desde edades tempranas tengan una concentración y competitividad máxima. Es un desarrollo cognitivo, competitivo y emocional, que a no ser en Argentina o Brasil no se da en otros medios de Sudámerica. Cuando llegan al alto rendimiento, un chileno o un ecuatoriano no tuvieron la misma formación que el rioplatense; ahí está la diferencia», afirmó.
Arias dirigió en el primer semestre de 2016 a Santiago Wanderers de Valparaíso al que guió a la final de los playoffs del torneo chileno: «En Chile los jugadores son muy estimulados técnicamente y tienen gran velocidad de juego».
«Tuvimos que hacer un cambio de paradigma grandísimo ya que venían de un entrenador que planteaba algo totalmente distinto a lo que pretende Arias. Estábamos a un punto de Unión La Calera y terminamos 16 puntos arriba; ellos descendieron. Si hubiéramos ido con el temor al descenso bajábamos, pero miramos para arriba, Alfredo con su estilo de juego, con su filosofía, no transa. Le ganamos 2-1 a Colo Colo de atrás en el debut y a la postre fueron campeones. Comprometimos al futbolista a defender una idea para que se sintiera a gusto porque logrando eso vamos a estar más cerca de estar arriba de que de abajo. En Uruguay fuimos cuestionados en su momento, pero nos fue bien, ahora en dos medios diferentes también lo pudimos plasmar», comentó el PF.
La vida en Valparaíso lo educó para vivir con los temblores de tierra: «Se mueve constantemente, pero nos fuimos adaptando».
«En Ecuador hay un componente genético que determina que el jugador de raza negra tenga niveles muy altos de fuerza explosiva y de potencia. Son aplicados, inteligentes y técnicamente son muy buenos y si bien el rioplatense no tiene nada que envidiarles, desde lo físico el ecuatoriano tiene un plus. Eso solo se equipara con el talento de todo punto de vista: la entrega, la solidez mental, un nivel de concentración muy alto, ejecución de partido a alta intensidad desde lo volitivo, lo que vendría a ser el deseo y necesidad de imponerse y ganar. Con eso se equipara esa diferencia genética».

La hospitalidad del Topo Sanguinetti

«Cuando llegamos a Guayaquil Guillermo Sanguinetti y Edgardo Adinolfi estaban en River Plate de la ciudad y se pusieron a disposición para ayudarnos a instalarnos. Luego se fueron a Delfín».

La campaña copera

«Sabíamos que para pasar el grupo le teníamos que ganar al DIM porque River Plate dábamos por descontado que iba a clasificar y les ganamos los seis puntos. Cumplimos el objetivo de pasar el grupo pero eso no nos conforma».

Un 9 entusiasta: De Nacional al ISEF

Berriel comenzó su carrera como futbolista: «Hice Séptima y Sexta en Nacional. Jugué con Lucero Álvarez, Ignacio La Luz y Juan Albín. A mitad de Sexta me fui a Miramar Misiones, hasta la Cuarta. De ahí pasé a la Tercera de Deportivo Colonia. Era un 9 entusiasta y meritorio. Con 18 años dejé, sin debutar en Primera, y empecé en el ISEF el curso de entrenador y al año el de preparador físico. Enseguida me puse a trabajar con Ángel Castelnoble, en Rampla Juniors en 2009, en 2010 en Central Españal con Carlos Barcos y Obdulio Trasante y en 2011 llegué a Wanderers».

Palito, todoterreno desde chico

«La Cuarta de Miramar tenía un cuadrazo: estaban Damián Frascarelli, Palito Pereira y Agustín lucas. Desde ese momento Palito era un animal desde todo punto de vista. Se daba mucho que los martes parte del entrenamiento era salir a correr por alrededor del polígono de tiro, el Velódromo en un circuito grande. Nosotros hacíamos dos o tres vueltas y Palito ya había hecho cinco y lo tenían que parar porque si era por él hacía 10. Siempre fue muy humilde, sacrificado, hacía mucho para poder llegar a los entremientos, para competir ya que trabajó desde muy pequeño», recordó Berriel.

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